lunes, 30 de marzo de 2015

Definición V: HEMBRISMO

¡Hola a todxs!
Hoy definimos un término que, desgraciadamente, tenemos que oír mucho últimamente... Hembrismo.

El hembrismo es una falacia.
Cuando se habla de hembrismo se suele interpretar como el concepto opuesto al machismo, y así se definiría como “un conjunto de actitudes y creencias destinadas a justificar y promover un orden social en el que los hombres son sometidos o discriminados”. Con un desarrollo teórico muy básico y una visión binarista del mundo, se ha pretendido construir el término hembrismo como el reflejo opuesto del machismo, del mismo modo en que se entiende que existe una naturaleza femenina que es el reflejo opuesto de la masculina.
Así, el hembrismo contribuiría a manifestar una serie de conductas propias de esa naturaleza femenina que situarían a los varones en una jerarquía inferior. Sin embargo, cuando se califica a una mujer de “hembrista”, sus conductas se asocian en realidad a lo propiamente masculino: violencia, agresividad, ansias de poder, competitividad, ambición, etcétera. Una contradicción tan evidente que revela el origen machista de la construcción del concepto.
El hembrismo surge como un invento patriarcal para que las mujeres rechacemos el empoderamiento de otras cuando éstas no le siguen el juego al patriarcado. Nos pretenden dividir en mujeres buenas –aquellas que sólo buscan cambios superficiales y no resultan una verdadera amenaza para sus privilegios– y malas –las tan temidas hembristas –, en función del grado de disidencia que mostremos respecto del sistema.
Dado que el concepto lo inventó el poder y la autoridad masculina, tachar a algunas mujeres de hembristas sería dejar al arbitrio de los propios opresores la potestad de delimitar qué camino es el correcto para la liberación del grupo oprimido y cuál no lo es. Nos encontraríamos por tanto ante una decisión a todas luces contraproducente y nociva para el propio movimiento feminista.
Así las cosas, sólo queda aclarar que de la propia definición de hembrismo se desprende que es absolutamente imposible que se dé en un sistema patriarcal. Afirmar que existe tal movimiento en estas condiciones materiales es aceptar que la estructura de dominación que otorga privilegios a los hombres y somete a las mujeres no sólo ha sido destruida, –que ojalá– sino que nos encontramos frente a una verdadera vuelta de la tortilla; donde ahora las mujeres ostentan el poder en todos los ámbitos, tanto económico como legislativo, social, privado y político; y lo utilizan para subyugar a los hombres tal y como han venido haciendo éstos con nosotras durante miles de años.


lunes, 16 de marzo de 2015

Definición IV: SORORIDAD

Volvemos a la carga con la definición de uno de nuestros conceptos favoritos: sororidad. Porque, recordad, SIEMPRE sororidad.


Marcela Lagarde define la sororidad como “una dimensión ética, política y práctica del feminismo contemporáneo. Es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas formas de opresión y a apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y el empoderamiento vital de cada mujer”.


La sororidad tiene un principio de reciprocidad que potencia la diversidad. Implica compartir recursos, tareas, acciones, éxitos y un largo etcétera. Reconocer la igual valía, está basado en reconocer la condición humana de todas. Otro aporte de la sororidad, es dar a conocer las aportaciones de las mujeres, para construir la valoración no sólo de la condición humana, sino de también de sus hechos. Debemos aprender a querernos entre nosotras, y también a respetarnos, ya que hemos sido educadas para lo contrario. La sororidad es una política que trata de desmontar la misoginia, acción básica para el empoderamiento de las mujeres y la construcción de la igualdad. Las mujeres debemos empoderarnos, no sólo individualmente, sino también colectivamente.


La palabra sororidad deriva de la hermandad entre mujeres, al percibirse como iguales que pueden aliarse, compartir y, sobre todo, cambiar su realidad debido a que todas, de diversas maneras, hemos experimentado la opresión. La francesa Gisele Halimi, llama a esta nueva relación entre las mujeres sororité, del latín sor, cuyo significado es hermana. Las italianas dicen sororitá, y las inglesas sisterhood.
La sororidad entiende que quienes han sido despojadas de su condición humana, son objetos del sistema patriarcal, y se ofrece apoyo para que cada cual pueda sobreponerse y optar por transformar su vida interior, su compresión con el mundo, y con ello el lugar que ocupara en el escenario de la sociedad. Debemos construir y unirnos a las redes de sororidad, analizando los problemas, la información, y dando apoyo emocional y psicológico desde la racionalidad empática, escapando así de los mecanismos aprendidos en el patriarcado, de chantaje emocional, manipulación y dogmatismo vital. Individualmente, comprender la sororidad es liberarse de la mezquindad, las envidias y luchas entre mujeres, comprender la amistad entre quienes han sido creadas en el mundo patriarcal como enemigas. En la sororidad se encuentra el camino hacia la eliminación de la enemistad histórica entre mujeres. Debemos convertirnos en hermanas, apoyarnos, empoderarnos y luchar juntas contra la sociedad patriarcal, siempre buscando la felicidad del grupo, a pesar de que la lucha es continua.


En palabras de Marcela Lagarde la sororidad acaba siendo “amistad entre mujeres diferentes y pares, cómplices que se proponen trabajar, crear y convencer, que en encuentran y se reconocen en el feminismo, para vivir la vida con un sentido profundamente libertario”.


Resumiendo, podríamos decir que la sororidad se traduce en hermanandad, confianza, fidelidad, apoyo y reconocimiento entre mujeres, para construir un mundo diferente; teniendo siempre en cuenta que a lo largo de toda la historia, ha habido mujeres que trabajaban para lograr relaciones sociales favorables para ellas y nosotras, recordando siempre que somos diversas y diferentes. Sigamos el ejemplo de nuestras hermanas antepasadas.

lunes, 9 de marzo de 2015

Definición III: MACHISMO-SEXISMO

Volvemos a la carga con una nueva definición básica: la del machismo-sexismo.

¡Saludos feministas!


Para la escritora y psicóloga feminista Victoria Sau, el machismo lo constituyen “aquellos actos, físicos o verbales, por medio de los cuales se manifiesta de forma vulgar y poco apropiada el sexismo subyacente en la estructura social”, y a su vez define el sexismo como “el conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para poder mantener la situación de inferioridad, subordinación y explotación de la mujer”.
Así las cosas, se podría inferir que el machismo es la conducta, y está vinculado a las relaciones interpersonales; y el sexismo es el método o procedimiento, vinculado a lo institucional o estructural.
A pesar de ello, popularmente los conceptos de sexismo y machismo se utilizan indistintamente, entendiendo ambos como una ideología –fundada en prejuicios y estereotipos fuertemente influenciados por el entorno social– que discrimina y menosprecia a la mujer, considerándola inferior al hombre.
El machismo promueve la negación de la mujer como sujeto y la relega; o bien a objeto, invisibilizándola y deshumanizándola; o bien como mucho, si la considera sujeto, es únicamente entendible como  “el otro género” y como complementario al masculino. Esta invisibilización comienza, sin ir más lejos, en el lenguaje, donde el masculino se considera el género “neutro” que puede englobar al masculino y al femenino o únicamente al primero. También se concreta en el ámbito doméstico, donde la persona que realiza habitualmente tareas del hogar y del cuidado de les hijes y la casa es la mujer; tareas socialmente nada valoradas y consideradas inherentes a ella.
El machismo también promueve la ya mencionada cosificación de la mujer, la cual materializa a través de la publicidad sexista, donde se instrumentaliza el cuerpo de la mujer, utilizándolo como reclamo, despojándolo de su individualidad; y convirtiéndolo en algo desechable y para uso y disfrute exclusivamente masculino.
Esta deshumanización es precisamente lo que justifica el último escalafón del machismo, el más duro, la violencia física y psicológica contra la mujer. Al entender el hombre que ella es un objeto de su propiedad, se ve en posición de –y sabe que tiene poder para– acosar, despreciar, insultar, humillar, agredir o incluso asesinar a la mujer.
Esto, junto con la cultura de la violación –que normaliza agresiones y abusos sexuales contra las mujeres y encima las culpa a ellas de lo que hicieron sus agresores– y junto con la violencia contra los derechos sexuales y reproductivos de la mujer –que le impide decidir sobre su cuerpo y su embarazo– conforman la estructura de sometimiento y sumisión perfecta para subyugar a las mujeres durante miles de años.



lunes, 2 de marzo de 2015

Definición II: PATRIARCADO

Continuamos con las definiciones con otro concepto básico: PATRIARCADO. Un sistema en el que vivimos y contra el que luchamos.


El término de patriarcado deriva de patriarca, que proviene del griego patriárchees, que significa Patria, descendencia o familia; y archo, que expresa mandato. Este concepto ha evolucionado gracias al feminismo, aunque conservando sus raíces, y puede definirse como una forma de organización social, política, económica y religiosa que se basa en la autoridad del varón y en la dominación masculina sobre la mujer. El patriarcado surge de una toma de poder histórico por parte de los hombres quienes se apropiaron de la vida, la sexualidad y la reproducción de las mujeres, relegando a la mitad de la población mundial a un segundo plano y que siglo a siglo se ha ido perpetuando.

Este sistema lejos de perder su fuerza y su presencia en la sociedad se ha ido transformando y adaptando a los tiempos para poder mantener su estructura de opresión. Con esto nos referimos a la desaparición en algunos países como España, de normas coercitivas contra la mujer en las que se le prohibía por ejemplo disponer de sus bienes o de su sexualidad libremente; lo que no ha impedido que se hayan adoptado nuevas formas de dominación, más sutiles, para mantener el aparato de control que es el patriarcado y que se refleja especialmente en los medios de comunicación, por ejemplo el bombardeo de mensajes que nos imponen cánones de belleza o la rivalidad que se fomenta entre las propias mujeres, y en las instituciones.

Con independencia del país en el que vivamos los hombres ocupan casi en exclusiva (por no decir exclusivamente) los puestos clave del poder político, económico, social, religioso y militar, acaparando tanto la esfera pública como privada de la sociedad. El feminismo tiene como objetivo replantearse el funcionamiento de esos poderes y destruirlos, para visibilizar y valorar el trabajo de las mujeres que el patriarcado lleva siglos esforzándose en ocultar.

Este sistema tiene además una estrecha relación con el machismo y la dominación sexual del hombre. Esta dominación da lugar a lo que se conoce como “cultura de la violación”, donde se culpabiliza a la víctima y se protege al agresor. En esta cultura las decisiones sexuales de las mujeres importan poco o nada, y menos aun sus necesidades y gustos sexuales.

El patriarcado reafirma las masculinidades y los privilegios de los hombres, dándoles a estos un papel protector, poderoso y sentimentalmente insensible, asignándoles la producción de bienes y servicios y el papel de “cabeza de familia”, y alejándole de la reproducción y las tareas de cuidados, responsabilizando de ellas a las mujeres.

El patriarcado sostiene además de los mecanismos sexistas y machistas que, por el hecho de no nacer varón, el maltrato sexual, físico y psicológico. Nos cosifican en los medios de comunicación y comercializan con nuestro cuerpo, nos crean menos oportunidades académicas y laborales que a los hombres, nos pagan menor salario que a nuestros compañeros varones, sufrimos el maltrato y abandono por parte de las instituciones y estamos infrarrepresentadxs en la medicina, la historia, la legislación, la política, y el mundo empresarial.

Además es importante recordar que el patriarcado no solo sustenta el machismo y la opresión hacia las mujeres, también sostiene el capitalismo, la discriminación hacia otros grupos según la clase social, el color de piel, el origen étnico o la preferencia sexual que tengan.

Todxs formamos parte y estamos educados por y en el patriarcado y todxs tenemos la responsabilidad de deconstruirnos, replantearnos todo lo que nos han enseñado desde pequeñxs, los roles que nos han asignado, e intentar demolerlos para ser realmente libres.